viernes, 17 de diciembre de 2010

Crónicas de Robots - Reed Kit

Todo empezó en la Caverna del Hombre de Espacio que no es una caverna ni mucho menos, sino el mayor de los lugares de plexiglás y plástico que hay para comer en Terraport. Yo no solía ir con frecuencia a ese sitio. Sus elevados precios son más a propósito para el bolsillo de los grandes ejecutivos que para el hombre que actualmente sale al espacio. Pero después de un año entero lejos de la Tierra y de haber llevado a cabo uno de los viajes más felices que he hecho en mi vida, me sentía con derecho a darme la buena vida durante algún tiempo. Me concentré para gozar de la buena comida, escuchando distraídamente la música y fijándome vagamente, pero con placer, en el lujo que me rodeaba, cuando los dos conejos saltaron a mi mesa. La cosa era bastante sorprendente en sí misma. Terraport es el tipo de ciudad habitada sobre todo por forasteros. Es donde hay más costumbre de aterrizar a la vuelta de Sirio, quedándose una semana o un mes, y después volar otra vez a Betelgeuse o a Algol. Y no es el lugar más apropiado para criar conejos, y si alguna de las minorías que actualmente viven en la ciudad tuvieran ese capricho, ¿por qué iban a ser tan excéntricos como para traer sus favoritos a un sitio como La Caverna? Soltando el cuchillo y el tenedor, me quedé embobado mirando a las pequeñas criaturas peludas.


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