martes, 2 de noviembre de 2010

GENTE PELIGROSA - FREDRIC BROWN

Mister Bellefontaine temblaba un poco allí, de pie en el extremo del andén de aquella pequeña estación. El tiempo era lo suficientemente frío para ello, pero no era por esa causa. Era por culpa de aquella lejana sirena aullando de nuevo. Un lejano y débil gemido en la noche... el gemido de un alma en pena. Había empezado a oírlo media hora antes, mientras le cortaba el cabello el único empleado de una pequeña barbería situada en la calle principal de aquel también diminuto pueblo. Y el barbero le había estado explicando de qué se trataba. - Pero está a cinco millas de distancia - se dijo para sí, sin conseguir con ello, de todos modos, aliviarse de aquel peso. Un hombre fuerte y desesperado puede recorrer cinco millas en menos de una hora y, ¿por qué no?, podía haberse escapado bastante antes de que le echaran en falta. Es muy probable que sucediera así; de haberlo visto huir le habrían atrapado inmediatamente. Quizás, incluso, se había escapado a media tarde, y ya hacía varias horas que corría suelto. ¿Qué hora sería? No mucho más de las siete, y su tren no pasaba por allí hasta casi las ocho. Aquellos días empezaba a oscurecer ya pronto...

No hay comentarios:

Publicar un comentario