martes, 2 de noviembre de 2010

DESAPARICIONES MISTERIOSAS - AMBROSE BIERCE

CRUZAR UN CAMPO NO ES FÁCIL Una mañana del mes de julio de 1854, un ha- cendado llamado Williamson, que vivía a seis millas de Selma, Alabama, estaba sentado en la galería de su casa, junto a su esposa y a un hijo. Inme- diatamente frente al edificio había un parque, que ocupaba una extensión de unas cincuenta yardas entre la casa y la carretera pública, o, según la lla- maban, “la picada”. Cruzando la carretera se exten- día un espeso pastizal de unos diez acres de superficie, totalmente llano: ni árboles, ni rocas, ningún objeto natural o artificial alteraba la chatura del terreno. En esa época, no había siquiera anima- les domésticos en ese campo. En otro campo, más allá del pastizal, una docena de esclavos trabajaba a las órdenes de un capataz...

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