Sydney y Alicia se quieren pero no se hacen caso. Ella decide desaparecer del mapa y él decide dejar creer al mundo entero que la ha asesinado, de todos modos qué más da, todas las pruebas apuntan a que él ha matado a su mujer: la alfombra que enterró, las peleas conyugales, sus bromas macabras, su libreta de crímenes imaginarios...
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